La situación privilegiada en Europa Occidental, en el centro de una de las regiones históricamente más pobladas del mundo, ha favorecido unas tasas elevadas de poblamiento y de expansión demográficas, siendo el tercer país más poblado de la tierra hasta el siglo XVIII. Esta expansión experimentó una fuerte desaceleración en vísperas de la revolución industrial que se mantuvo hasta entrado el siglo XX, en paralelo con el incremento demográfico de las regiones limítrofes, especialmente hacia la centroeuropea, en el área de influencia de Alemania, y las Islas Británicas.
Por otra parte, y especialmente durante los siglos XVI a principios del XX, una parte de la población francesa se instaló en otras regiones del mundo, al abrigo de la expansión colonial, configurando la base de las características poblacionales y composición étnica de otros países, principalmente en el Quebec de Canadá, Haití y otras antiguas colonias africanas, asiáticas y de Oceanía. En América, en los territorios de soberanía francesa de San Pedro y Miquelón; la Guayana Francesa, Martinica y Guadalupe, a la base poblacional proveniente de la metrópoli, se añadió la de origen africano que junto con la mestiza, se ha convertido en el grupo étnico mayoritario. En Oceanía la emigración de franceses ha sido menor y centralizada en Nueva Caledonia y la Polinesia Francesa, mientras que en el norte de África, una parte de la instalada en el Magreb conformó tras su repatriación a mediados del siglo XX la comunidad conocida como de los “pieds-noirs”.
También existe una presencia significativa de población de origen francés en otros países no directamente relacionados con sus colonias, principalmente de Hispanoamérica, como Puerto Rico, Argentina, Colombia, Perú, Chile, México y Uruguay.
Tras la Segunda Guerra Mundial y el periodo demográfico conocido como Baby boom, el lento estancamiento de las tasas de crecimiento ha sido menos marcado en Francia que en otros países de su entorno, manteniendo un nivel de natalidad destacado en Europa gracias a las políticas sociales aplicadas para su estímulo.
Por otra parte, y especialmente durante los siglos XVI a principios del XX, una parte de la población francesa se instaló en otras regiones del mundo, al abrigo de la expansión colonial, configurando la base de las características poblacionales y composición étnica de otros países, principalmente en el Quebec de Canadá, Haití y otras antiguas colonias africanas, asiáticas y de Oceanía. En América, en los territorios de soberanía francesa de San Pedro y Miquelón; la Guayana Francesa, Martinica y Guadalupe, a la base poblacional proveniente de la metrópoli, se añadió la de origen africano que junto con la mestiza, se ha convertido en el grupo étnico mayoritario. En Oceanía la emigración de franceses ha sido menor y centralizada en Nueva Caledonia y la Polinesia Francesa, mientras que en el norte de África, una parte de la instalada en el Magreb conformó tras su repatriación a mediados del siglo XX la comunidad conocida como de los “pieds-noirs”.
También existe una presencia significativa de población de origen francés en otros países no directamente relacionados con sus colonias, principalmente de Hispanoamérica, como Puerto Rico, Argentina, Colombia, Perú, Chile, México y Uruguay.
Tras la Segunda Guerra Mundial y el periodo demográfico conocido como Baby boom, el lento estancamiento de las tasas de crecimiento ha sido menos marcado en Francia que en otros países de su entorno, manteniendo un nivel de natalidad destacado en Europa gracias a las políticas sociales aplicadas para su estímulo.
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