El bosque o matorral mediterráneo es un bioma que se desarrolla en regiones con clima mediterráneo, caracterizado por los inviernos templados, los veranos secos y otoños y primaveras con abundantes precipitaciones, además de frecuentes incendios forestales a los cuales la vegetación está adaptada. Está presente primariamente en la cuenca endorreica alrededor del Mar Mediterráneo, aunque existen comunidades vegetales similares en las otras cuatro regiones climáticas mediterráneas del mundo (chaparral californiano, matorral chileno, fynbos sudafricano, y el oeste y sur de Australia); se sitúa en la fachada occidental de los continentes, hacia los 30º y los 40º. El suelo dominante es el rojo mediterráneo y el pardo, y la terra rossa relicta.
La vegetación típica es xerófila, ya que tiene que soportar la aridez estival. La especie dominante es la encina. El sotobosque es leñoso, espinoso y aromático, con especies perennifolias como el lentisco, el aladierno, numerosas lianas (zarzaparrilla) y, en los claros, las jaras, el romero y el tomillo. En el cortejo florístico aparecen especies como el pino carrasco y el pino piñonero, la sabina, el madroño, etc. En las zonas más húmedas aparece el roble como especie dominante.
En la transición con otras biocenosis pueden aparecer especies frondosas como matorral, junto con las xerófilas, en un bosque mixto. Es muy importante el bosque galería, en el que aparecen especies frondosas como el álamo, el chopo o el olmo, que encontramos en los márgenes de los ríos, lagos y lagunas.
El fuego juega un papel importante en la dinámica de estos bosques y, por ello, las especies que lo componen han desarrollado numerosos mecanismos para adaptarse a los incendios. Así, por ejemplo, los alcornoques presentan cortezas muy gruesas para protegerse; encinas y robles melojos presentan una gran capacidad rebrotadora; y las jaras forman semillas que germinan más fácilmente cuando se ven sometidas a altas temperaturas.
Los bosques mediterráneos son, en su mayor parte, perennifolios, aunque también hay especies marcescentes, es decir, que presentan hojas caducas pero que permanecen en el árbol hasta la siguiente primavera, para proteger las yemas de las nuevas hojas. En general, estos bosques presentan un número relativamente poco variado de especies en el dosel arbóreo. Predominan el roble, la encina, el alcornoque, la sabina o el pino negral, hablándose, según el caso, de robledales, encinares, alcornocales, sabinares o pinares.
Los árboles no son muy altos y suelen crecer bastante espaciados, lo que permite el desarrollo de numerosos arbustos (lentisco, romero o enebro), zarzales y pequeñas plantas lignificadas como brezos, espliegos, jaras y, en América del Sur, plantas suculentas (pitas o cactus).
En biogeografía se distinguen 5 zonas de clima mediterráneo, en las que se pueden encontrar las formaciones vegetales que se describen a continuación. Los bosques tipo, explicados anteriormente, están situados en el área que rodea el mar Mediterráneo. La formación vegetal que ocupa la región del cabo de Buena Esperanza, en Sudáfrica, recibe el nombre de fynbos, y es un matorral compuesto por plantas de la familia de las Proteáceas; alberga un número extraordinario de especies, muchas de las cuales son endémicas (véase Endemismo): por ejemplo, existen más de 600 especies del género Erica. Al suroeste de Australia dominan los bosques de eucaliptos; si la especie presente es Eucalyptus diversicolor, el bosque se denomina karri, pero si la especie dominante es Eucalyptus marginata, el bosque recibe el nombre de jarrah. En este caso, el sotobosque está compuesto principalmente por arbustos de la familia de las Proteáceas. En Chile, al sur del desierto, crece una formación vegetal esclerófila llamada matorral. Y, por último, en el centro y sur de California, las colinas costeras están cubiertas por manzanitas (Arctostaphylos manzanita), Ceanothus, chaparros y otras plantas que forman el chaparral y que viven en las zonas más áridas. Cuando el clima se suaviza aparece una formación denominada encinal.
En las zonas de contacto con el país templado encontramos alcornoques y robles. En el hemisferio austral, y en el contacto con la estepa seca, aparecen los eucaliptos.
El país mediterráneo ha estado poblado desde muy antiguo, y la intervención en la biocenosis ha sido decisiva para formar el paisaje y el medio. El bosque se degrada en garriga, dominada por la coscoja, maquia y estepa mediterránea, dependiendo de la importancia de la degradación. En California, que el bosque mediterráneo está mezclado con las suculentas de origen americano, se degrada en chaparral. En la península Ibérica existe un tipo de aclarado del bosque mediterráneo conocido como dehesa.
La fauna es rica y variada e incluye todo tipo de animales.
El ecosistema de bosque mediterráneo es muy sensible a la desertización si se destruye su cubierta vegetal. Las lluvias torrenciales arrastran el suelo con facilidad y se erosiona con gran rapidez.
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