Antecedentes


Durante el reinado de Luis XVI, Francia tuvo que confrontar una grave crisis financiera originada por los altos gastos de la intervención en la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos y exacerbada por un desigual sistema tributario. El 5 de mayo de 1789, los Estados Generales convinieron en tratar este tema, pero dicha discusión fue retrasada a causa del arcaico protocolo de la cámara y el conservadurismo del Segundo Estado. El 17 de junio de 1789, los representantes del Tercer Estado se desgajaron de aquellos Estados Generales y se constituyeron como Asamblea Nacional, una institución cuyo propósito era crear una constitución para el país. El rey inicialmente se opuso a esta idea, pero fue forzado a reconocer la autoridad de la Asamblea, que el 9 de julio se autonombró Asamblea Nacional Constituyente.

Tras esto, se produjo la toma de la Bastilla el 14 de julio de 1789, y la Revolución Francesa comenzó a expandirse. La rendición de este bastión real podría considerarse como el tercer detonante de la Revolución. El primero habría sido la revuelta de la nobleza, negándose a financiar los planes de Luis XVI mediante el pago de impuestos. El segundo detonante fue la formación de la Asamblea Nacional y el Juramento del Juego de Pelota. Con la rebelión del pueblo de París, surge el tercer motivo revolucionario, cuyos hitos fueron la toma de la Bastilla y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.

Las clases medias parisinas habían formado la llamada Guardia Nacional, cuya insignia era roja, blanca y azul. Estos tres colores se convirtieron en el emblema de la Revolución. El Gran Miedo se extendió por las zonas rurales basado en el rumor del complot aristocrático que pretendía acabar con la Revolución mediante la especulación con los cereales y los ataques a las cosechas de trigo.

París, cada vez más cercano a la insurreción, y en palabras de François Mignet "intoxicado con la libertad y el entusiasmo", mostró un amplio apoyo a la Asamblea. La prensa publicaba diariamente los debates de la Asamblea y las discusiones políticas sobrepasaron el ámbito parlamentario para salir a las calles y plazas de la ciudad. El Palais Royal y sus inmediaciones se convirtieron en lugar de reunión. La muchedumbre, enfervorecida por el asalto al Palacio Real, tomó la prisión de la Abadía para reclutar granaderos para la Guardia Nacional. La Asamblea recomendó al rey el indulto de la guardia de la prisión como responsables de dicha toma. Los mandos y tropas de los regimientos, antes considerados dignos de toda confianza, fueron inclinándose cada vez más por la causa popular.

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