Historiografía y leyenda


La imagen revolucionaria ampliamente difundida del mito de una prisión, donde se pudrían las víctimas de la monarquía, no es del todo cierta, al menos en el momento de su toma. De hecho, la fortaleza había perdido en parte su función de prisión de Estado. Aportar una prueba de que se estaba presente en el momento de la toma de la Bastilla supuso un gran prestigio en la carrera de los que se autodenominaron patriotas. El 19 de junio de 1790, a propuesta del diputado Armand Camus, la Asamblea Nacional votó por aclamación un decreto en el que decide dar un homenaje a los "vencedores de la Bastilla" otorgándoles una pensión, un uniforme, armamento y un certificado como prueba de civismo ciudadano y agradecimiento de la patria. Una comisión censó oficialmente en ese momento a 954 combatientes. En 1832, se revisó la lista, rechazándose algunos expedientes por considerarse "dudosos" y fijando la cifra final en 630.

La importancia de la toma de la Bastilla ha sido exagerada por los historiadores románticos, como Jules Michelet, que quisieron hacerla un símbolo fundador de la República. Sin duda, el sitio y la capitulación de la prisión no debió ser un hecho muy heroico en vista de que sólo era defendido por un puñado de hombres, y los únicos muertos a los que la Historia ha retenido en su memoria son el alcaide Bernard de Launay y el político Jacques de Flesselles.

Sin embargo, ya desde el año siguiente, el acontecimiento fue celebrado en Francia y conocido en Europa entera, no tanto por la importancia del suceso, sino por su valor simbólico, que aún perdura como hito en la historia de las revoluciones.

Toma de la Bastilla


La Toma de la Bastilla se produjo en París el martes 14 de julio de 1789. A pesar de que la fortaleza medieval conocida como la Bastilla sólo custodiaba a siete prisioneros, su caída en manos de los revolucionarios parisinos supuso simbólicamente el fin del Antiguo Régimen y el punto inicial de la Revolución Francesa. La rendición de la prisión, símbolo del despotismo de la monarquía francesa, provocó un auténtico seísmo social tanto en Francia como en el resto de Europa, llegando sus ecos hasta la lejana Rusia.

La guerra de las Galias


Fue durante el Concilio del bosque de Carnutes cuando se proclama el levantamiento general de la Galia, en donde Vercingétorix adquiere la confianza y el apoyo de los jefes galos (reyes y aristócratas) y donde se impone rápidamente como la persona con más condiciones para llevar adelante la coalición (debido a su conocimiento de las técnicas de guerra galas y romanas). Sin embargo, al volver a su ciudad natal de Nemossos para reivindicar su título de jefe por derecho filial, se topa con la oligarquía arverna (que su padre había favorecido para instalar un poder personal "a la antigua" en el lugar), y con su tío paternal Gobannitio a la cabeza. Éste probablemente había sido el responsable de la ejecución del padre de Vercingétorix, por lo que al regreso del ahora jefe galo fue expulsado en el acto de la ciudad.

En cuatro años de guerras incesantes, César había conquistado, para Roma, en el oeste, más vastos territorios que los que anexionara Pompeyo en las regiones del este. Pero apenas se retiró César hacia la Galia Cisalpina, los belgas se sublevaron (53 a. C.) y al año siguiente, la Galia se levantó en masa, acaudillada por Vercingétorix, que deseaba una nación libre y unida.

En enero del año 52 a. C., habiendo tomado las armas contra César, intenta imponerse a los eduos (pueblo galo de Saona y Loira, aliados a los romanos) e inspira una unión de los pueblos del centro y del este de la Galia contra el procónsul.

En vez de presentar batalla campal a los romanos, cuya superioridad militar en táctica y en armamento los hacía prácticamente invencibles, los extenuó antes del golpe decisivo. Cuando César iba a atacarlo, el rebelde se retiró lentamente, incendiando y arrasando, a su paso, las aldeas y los campos. Así, alejaba cada vez más a sus enemigos de sus bases de operaciones, y dificultaba su abastecimiento. Pero Julio César logró tomar la ciudad de Avarico (Bourges) que no había sido quemada, para luego marchar sobre Gergovia (La Roche-Blanche). Tal y como se describe en los Comentarios sobre la guerra de las Galias de Julio César, Roma había asegurado sus dominios sobre las tribus celtas más allá de la Provincia Narbonensis (en la actual Provenza) a través de una estrategia de "divide y vencerás".

Vercingétorix unificó hábilmente las tribus, adoptó la política de retirarse hacia fortificaciones naturales y empleó de una forma simple la técnica de la “tierra quemada”, incendiando ciudades para evitar que los romanos pudieran vivir de los productos locales. Sin embargo el talento y la inteligencia estratégica de Julio César le permitió a los romanos triunfar contra la coalición gala, ya que gracias a los pactos que realizó con algunas de estas tribus para atacar a otras, se hizo de la ayuda logística de los pueblos galos boios, remos (de la zona de Reims), y de los eduos, que desde hace tiempo deseaban la supremacía sobre los arvernos.

Su nombre


Su nombre celta ha sido todo un misterio: el historiador romano Floro lo tradujo como ‘el gran rey de los grandes guerreros’. En realidad, los lingüistas han logrado descomponerlo: Ver (pronunciado uer) es un superlativo, cingeto (pronunciado kingueto) hace referencia a la figura de guerrero, y el sufijo rix significa ‘rey’. Este último es muy utilizado en las Galias, y común de leer en De Bello Gallico como en las monedas galas, ya que cada tribu tenía su rey.

Vercingétorix


Vercingétorix (¿?, 72 a. C. – Roma, 46 a. C.) era el jefe de la tribu gala de los arvernos (ubicados en la actual Auvernia) cuando se produjo la invasión de las Galias por los romanos.

El nombre celta Vercingétorix está compuesto por el radical "ver" (el /lo más), el nombre de persona Cingetos, y el radical "rix" (rey), significado Cingetos Rey Supremo. La historia contada por Julio César dice que federó a los pueblos galos y a sus jefes para llevar a cabo la resistencia contra los romanos, siendo uno de los primeros jefes en lograr unificar a la mayoría del pueblo galo. Sin embargo, tras la derrota fatal del sitio de Alesia, no logró expulsar los ejércitos romanos, capitulando finalmente en el 52 a. C.

Los documentos históricos que testimonian su vida son escasos y están sujetos a una amplia crítica, ya que todos ellos son escritos de romanos que lucharon en la invasión. Vercingétorix es conocido sobre todo por los comentarios que Julio César hace de él, los que redacta a lo largo de sus campañas y reúne después de su victoria de Alesia, en Bibracte, sobre el monte Beuvray, donde pasó el invierno, texto que titularía Commentarii de bello gállicum (Comentarios de la Guerra de las Galias).

Asia oriental


En China se han encontrado reliquias hechas de hierro fechadas en épocas correspondientes a la Dinastía Zhou, en el siglo VI a. C. Se ha identificado de forma especulativa a una cultura de la Edad del Hierro, ubicada en el Altiplano del Tíbet, con la cultura Zhang Zhung descrita en manuscritos tibetanos antiguos. En 1972 se extrajo de una excavación cerca de la ciudad de Gaocheng (藁城) en Shijiazhuang (hoy la provincia de Hebei), un tomahawk de bronce con filo de hierro (铁刃青铜钺), fechado en el siglo XIV a. C. Tras un examen científico, el hierro del filo resultó ser de origen meteórico.

Los objetos de hierro se introdujeron en la Península de Corea mediante el comercio entre clanes y sociedades a nivel estatal a través del mar Amarillo en el siglo IV a. C., justo al final del periodo de los Estados Guerreros, pero antes de que empezara la Dinastía Han en el oeste El hierro fue introducido por primera vez en los dominios a lo largo de los valles fluviales de Corea del Norte, siguiendo aguas arriba los cauces que desembocaban en el mar Amarillo, como los de los ríos Cheongcheon y Taedong. La producción de hierro tuvo un gran auge en el siglo II a. C., y los objetos de hierro empezaron a ser usados por los granjeros del siglo I a. C. en Corea del Sur. Las hachas de hierro más antiguas encontradas en Corea del Sur aparecieron en la cuenca del río Geum. La producción regular de hierro coincide en el tiempo con la aparición y auge de los dominios de Samhan. Esos complejos dominios fueron los precursores de los primeros estados, como Silla, Baekje, Goguryeo, y la Confederación Gaya. Los lingotes de hierro eran un elemento funerario muy importante en ese periodo, ya que indicaban la riqueza y prestigio del fallecido

Antiguo Oriente Próximo


Se considera actualmente que la Edad del Hierro en el Antiguo Oriente Medio comenzó con el descubrimiento de las técnicas de fundición y forja del hierro en Anatolia o el Cáucaso a finales del siglo XIII a. C.[4] De ahí se extendió con rapidez a lo largo de Oriente Medio a medida que las armas de hierro sustituían a las de bronce a principios del primer milenio adC. Se considera que el uso de armas de hierro por parte de los Hititas fue uno de los factores más importantes en el auge de su imperio.

La tecnología del hierro se propagó al mismo tiempo por Asia y por Europa,[5] ya que se desarrolló por primera vez cerca del Egeo. Se suele asociar a los Pueblos del Mar y los Filisteos con la introducción de la tecnología del hierro en Asia, así como a los Dorios por hacer lo mismo en la Grecia Antigua.

En el periodo que va del siglo XII a. C. al siglo VIII a. C., la región más rica en restos arqueológicos de hierro es la de Siria y Palestina. El bronce era mucho más abundante entre los siglos XII y X adC, y autores como Snodgrass sugieren que, debido a una escasez de estaño como resultado de cortes en el comercio en el Mediterráneo, las civilizaciones de la época tuvieron que buscar una alternativa al bronce. Esto parece confirmado por el hecho de que, durante un tiempo, los objetos de bronce fueron reciclados de forma extensiva, refundiendo todo tipo de objetos para producir nuevas armas, justo antes de la introducción del hierro.

También vale la pena resaltar que las primeras instancias del Imperio Asirio tenían contactos comerciales con el área en la que se estaba desarrollando la nueva tecnología del hierro.

La Edad del Hierro


Hacia la Edad del Bronce medio, empezaron a aparecer en Anatolia, Mesopotamia, el Subcontinente Indio, el Levante, las costas del mar Mediterráneo y Egipto, cantidades cada vez mayores de objetos de hierro de fundición, distinguible del hierro meteórico por la ausencia de níquel. En algunos lugares, su uso parece haber sido ceremonial, y el hierro era un metal caro, mucho más que el oro. Algunas fuentes sugieren que el hierro se fabricaba en algunas partes como subproducto del proceso de obtención de cobre, y que no era obtenible por separado mediante la metalurgia de la época.

Sin embargo, en Anatolia el hierro se producía de forma sistemática a partir de una fuente de hierro meteórico, no muy lejos de vetas explotadas de otros metales durante la Edad de Bronce. De ahí surge el uso y producción más antiguos de objetos de hierro. Las recientes investigaciones arqueológicas en el valle del Ganges, en la India, descubrieron un primer uso y trabajo del hierro hacia el 1800 a. C .

Alrededor del 1200 a. C., el hierro era profusamente utilizado en Oriente Medio, pero aún no reemplazó al uso dominante del bronce durante algún tiempo. Hacia el 1800 a. C., por razones aún desconocidas para los arqueólogos, el estaño escaseó en el Levante, lo que llevó a una crisis en la producción del bronce. El cobre también parecía escasear. Varias civilizaciones "piratas" del Mediterráneo empezaron a atacar las ciudades fortificadas a partir del 1700 a. C. - 1800 a. C. con la intención de saquear el bronce para refundirlo y convertirlo en armas. Anatolia había sido durante mucho tiempo un gran productor de bronce, y su uso del hierro (desde el 2000 a. C. en adelante) permitió la existencia hacia el 1500 a. C. de una tecnología de armas superiores a las de bronce.

En África occidental, la producción de hierro comenzó casi en la misma época, y parece claro que fue una invención independiente y simultánea. Los lugares que contenían mineral de hierro desarrollaron una preeminencia en el último mileno adC que mantendrían en el futuro. La tecnología militar diseñada para aprovechar el uso del hierro se originó en Asiria, quien de hecho parece que consideraba la ciudad de Troya como un puesto comercial (una cabeza de maza encontrada en 1902 en las ruinas de Troya, fechada en el 1200 a. C., es probablemente de producción asiria). En cualquier caso, el comercio de hierro entre Asiria y la ciudad independiente de Troya estaba ya bien establecido en esas fechas, y el secreto de su producción era celosamente guardado por los asirios.

Edad del Hierro


En arqueología, la Edad del Hierro es el estadio en el desarrollo de una civilización en el que se descubre y populariza el uso del hierro como material para fabricar armas y herramientas. En algunas sociedades antiguas, las tecnologías metalúrgicas necesarias para poder trabajar el hierro aparecieron de forma simultánea a otros cambios tecnológicos y culturales, incluyendo muchas veces cambios en la agricultura, las creencias religiosas y los estilos artísticos, aunque ese no ha sido siempre el caso.

La Edad del Hierro es el último periodo principal en el sistema de las tres edades, usado para clasificar sociedades prehistóricas, y es precedido por la Edad del Bronce. Su fecha de aparición, duración y contexto varía dependiendo de la región estudiada. La primera aparición conocida de sociedades con el nivel cultural y tecnológico correspondiente a la Edad de Hierro se da en el siglo XII a. C. en dos lugares: en el Antiguo Oriente Próximo, en la antigua India (con la civilización Védica, posterior a la Rig Vedá) y en Europa, durante la Edad Oscura griega. En otras regiones europeas, el inicio de la Edad de Hierro fue muy posterior; no se desarrolló en Europa central hasta el siglo VIII a. C., y hasta el siglo VI a. C. en el norte de Europa. En África el primer exponente conocido del uso del hierro mediante fundición y forja es la cultura Nok, en la actual Nigeria, hacia el siglo XI a. C.[1]

La Edad del Hierro también acabó en periodos distintos dependiendo de la región: en la zona del mar Mediterráneo acabó con el inicio de la tradición histórica durante el periodo Helenístico y el Imperio Romano; en la India, con la llegada del Budismo y el Jainismo; en China, con el inicio del confucianismo; y en el norte de Europa, se mantuvo hasta la Alta Edad Media.

La Edad de Hierro se corresponde aproximadamente con el momento en que la producción de hierro era la forma más sofisticada de metalurgia. La dureza del hierro, su alta temperatura de fusión y la abundancia de fuentes de mineral de hierro lo convirtieron en un material mucho más deseable y barato de obtener que el bronce, lo que contribuyó de forma decisiva a su adopción como el metal más usado. Nunca hubo una Edad del Hierro propiamente dicha en América y Australasia, ya que en esas regiones las tecnologías para trabajarlo fueron introducidas por la colonización europea.

Homo erectus


El Homo erectus es un homínido extinto, que vivió entre 1,8 millones de años y 300.000 años antes del presente (Pleistoceno inferior y medio). Los H. erectus clásicos habitaron en Asia oriental (China, Indonesia). En África, se han hallado restos fósiles afines que con frecuencia se incluyen en otra especie, Homo ergaster; también en Europa, diversos restos fósiles se han sido clasificados como H. erectus, aunque la tendencia actual es a reservar el nombre H. erectus para los fósiles asiáticos.[1]

Era muy robusto y tenía una talla elevada, casi 1,80 m de media. El volumen craneal era muy variable, entre 800 y 1200 cc (la media fue aumentando a lo largo de su dilatada historia). Poseía un marcado toro supraorbitario y una fuerte mandíbula sin mentón, pero de dientes relativamente pequeños. Presentaba un mayor dimorfismo sexual que en el hombre moderno.

La industria lítica que producía pertenece principalmente al Achelense y probablemente conocía el uso del fuego.

Definición


El Achelense es la cultura más importante del Paleolítico Inferior en Europa Occidental, a pesar de lo cual, su definición requiere revisiones periódicas.

Tomó su nombre del lugar donde fue identificado por primera vez, un suburbio de Amiens (localidad del norte de Francia) llamado Saint-Acheul. Esta cultura aparece, como hemos visto, en Europa asociada a los anteneandertales y se caracteriza por unas técnicas de lascado relativamente sencillas, predominantemente desorganizadas, con variable presencia de técnicas de extracción centrípetas, Método Levallois, etc. y técnicas de talla basadas en el percutor duro y la paulatina utilización progresiva del percutor blando.

Su panoplia varía a lo largo de toda la secuencia: por un lado tendríamos la industria nuclear (fundamentalmente, núcleo y canto tallado); la industria bifacial (triedro, bifaz y, en el Mediterráneo occidental, también hendidor); por último, los denominados útiles sobre lasca, a menudo asociados con determinadas "listas-tipo” (con raedera, muesca y denticulados, y útiles del grupo Paleolítico Superior, entre otros). En virtud a variaciones en los tipos, técnicas y porcentajes de esas industrias, se ha establecido una secuencia clásica que divide al Achelense en tres etapas: Inferior, Medio y Superior.

Tradicionalmente a estas tres fases se sumaban otras dos por ambos extremos: el Abbevilliense y el Micoquiense. Tanto una como otra se caracterizaban por los tipos de bifaces: El Abbevillense tenía bifaces muy toscos, tallados con percutor duro por medio de grandes lascados, con amplias zonas reservadas y sin regularización de aristas. El Micoquiense tenía bifaces equilibrados de forma lanceolada con los bordes ligeramente cóncavos, tallados casi exclusivamente con percutor blando e intensamente regularizados, sobre todo en la zona de la punta. Acompañaban al bifaz micoquiense en esta industria, el bifaz cordiforme, las raederas y otros útiles que se desarrollarán, sobre todo, en el Paleolítico Medio y Paleolítico Superior.

Actualmente se han abandonado estas dos fases, englobadas respectivamente en el Achelense Inferior y Superior. Localizados in situ sólo en los lugares epónimos, y poco más, hoy se han eliminado como culturas autónomas y se tiende a considerarlos sólo como un adjetivo que califica a un determinado tipo de bifaces. Nosotros conservaremos, para estos tipos de bifaces la denominación: «bifaz de estilo abbevillense» y «bifaz de estilo micoquiense», sin que ello presuponga ningún tipo de adscripción cronológica. Cronológicamente, el Achelense se desarrollaría desde hace unos 600.000 años, hasta hace unos 200.000 ó 150.000 años. Su correlación con alguna glaciación alpina es compleja, ya que, excepto para la glaciación de Würm, no hay consenso sobre la datación de las mismas. En todo caso, podría decirse que coincide con parte del interglaciar Günz-Mindel, con la glaciación de Mindel, el interglaciar Mindel-Riss y con las primeras fases de la glaciación de Riss.

En lo que se refiere a los estadios isotópicos V28-V38, proponemos en la tabla una correlación recogida tras cotejar numerosa bibliografía. Se trata sólo de una propuesta para clarificar nuestra posición, de hecho, la división en estas fases es arbitraria, y el paso entre una y otra es gradual. En todo caso, consideramos los estadios 15, 13, 11, 9 y 7 como de transición entre las fases crono-culturales señaladas.

Achelense


El achelense, o industria de modo 2, es una industria lítica del Paleolítico Inferior. También es conocida como acheliense o acheulense. Posterior al Olduvayense, o industrias de modo 1, tiene una antigüedad de unos 1,6 millones de años, según los restos más antiguos encontrados en el yacimiento de Olduvai, en Tanzania. Se caracteriza por los bifaces, hendedores (bifaz al que han dado un golpe oblicuo) y por una elaboración más compleja, pudiendo dividirse en varias fases de perfeccionamiento. Se atribuye su primer uso al Homo ergaster.

Edad del Bronce


La Edad del Bronce es el período de la civilización en el que se desarrolló la metalurgia de este metal, resultado de la aleación de cobre con estaño. El término sólo tiene un valor cronológico estrictamente local, pues surge en distintas épocas en diferentes lugares del mundo. Generalmente, en cada región, le precede una edad del cobre y le sigue una edad del hierro.

La tecnología del bronce era conocida hacia 4.500 a. C., cerca de Bang Chieng (Tailandia). Posteriormente, fue elaborado en el Próximo Oriente, en Asia Menor se fecha antes de 3.000 a. C.; en la Antigua Grecia se comenzó a utilizar hacia 3.000 a. C.; en Asia Central el bronce se conoce alrededor de 2.000 a. C. en Afganistán, Turkmenistán e Irán, aunque en China no comenzó hasta 1800 a. C., adoptándolo la dinastía Shang. También se dio a conocer este metal en América,la civilización de Tiwanaku (Cultura Tiwanaku) fue la encargada de tal descrubimiento al probar con diversos metales.

Esta fase es desconocida en otros lugares, en los que el bronce se conoce después del periodo Neolítico. En el África subsahariana no existe una edad del cobre ni del bronce, pues pasan directamente del periodo Neolítico a la edad del hierro.